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Desde los primeros homínidos, el entorno y las condiciones externas han condicionado nuestra vida, y nos hemos hecho nada más y nada menos, que adaptarnos al medio para sobrevivir al mismo.

Cualquier cosa que ocurriera a nuestro alrededor, que no supiéramos explicar, lo llamábamos “Dios”. El Dios de la lluvia, el dios del viento, el dios de fuego…Y así un largo etc… 

Ha media que nuestro conocimiento sobre el medio aumentaba, nuestros dioses se alejaban….El dios del sol, el dios de la luna, las estrellas… Hasta que una vez explicado todo nuestro alrededor en su máxima dimensión, empezamos a adquirir ellos conceptos subjetivos, de energía la “chispa de la vida”, el “alma”, el “espíritu”…

En aquellas épocas, el éxito era cada vez más material y menos de supervivencia. 

Como ahora, a medida que nuestro conocimiento del entorno es mayor, la supervivencia está asegurada en el mundo civilizado al menos, y nos preocupamos por los bienes materiales.

El éxito siempre es algo que en la vida parece una zanahoria.

Y además, ha quedado ligado estrechamente a la felicidad. Paradójicamente, es muy, muy difícil encontrar “éxito” y “felicidad” de forma completa en una persona.

Se dice cuando eres joven…

“Cuando termine bachillerato, seré feliz porque estudiaré lo que me gusta realmente”. Cuando estás en la universidad…”cuando termine mis estudios seré feliz porque trabajaré de lo que me gusta”. Cuando tienes tu currito “seré feliz cuando ascienda en la empresa y tenga dinero para comprar una casa y formar mi familia”. Cuando tienes la casa, “seré feliz cuando tenga hijos”...etc.

A medida que la sociedad se va dando cuenta de que en lo externo no está la felicidad ni el éxito, empezamos a preocuparnos

“De la felicidad interior y del éxito interior…”

éxito

A esta última reflexión sólo están llegando unos pocos que son admirados por muchos por su filosofía de vida, y probablemente

El éxito está en el equilibrio entre lo que quieres y lo que necesitas, nada es absoluto y nadie tiene razón,

ser plenamente consciente te puede hacer muy infeliz, ya que la soledad es muy dura, pero que bonito encontrar un oasis para compartir las experiencias del desierto… Los aprendizajes de los demás nos sirven hasta cierto punto, “somos maestros de lo que vivimos.” Vive rápido y aprende aun más rápido, pero sobre todo actúa, sin acción no existe decisión.

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