La toma de decisiones es, sin lugar a dudas, uno de los grandes retos de la humanidad. Nos pasamos la vida analizando nuestra situación y queriendo dar el siguiente mejor paso posible, en nuestra vida profesional o personal.
Atendemos a todo tipo de variables posibles e intentamos predecir el futuro con nuestras acciones presentes y sus consecuencias. Muchas veces no reparamos que en ocasiones volveremos a tomar otras decisiones más pronto que tarde, y que estas otras anularán o modificarán las actuales. Esto lo hacemos siempre bajo la misma premisa y con las mismas intenciones, pero con algo más de información que nos ha dado el tiempo transcurrido. Aun siendo insuficiente, ya nos permite retocar nuestros planes establecidos.
El punto de partida de cada persona respecto de sus valores, experiencias pasadas, entorno, aversión al riesgo, recursos disponibles y objetivo es diverso. Por ello, el mapa de decisiones entre las personas es completamente único e irrepetible.
Además, debemos añadir a la ecuación de cada cual el estado de ánimo. Una misma persona en dos momentos emocionales distintos es capaz de tomar decisiones completamente opuestas.
Mencionaré que existe un factor que es común a todos nosotros y que debemos manejar en la toma de decisiones: el miedo.
Es algo inherente al ser humano, pero se da de forma diversa en función de la persona. No tiene nada de malo, hasta cierto punto. El problema aparece cuando el miedo puede llegar a paralizarte. Así que es necesario aprender a convivir con él.
¿Cómo darse un respiro en esos momentos? Algo que suele funcionarme es analizar cuál es el peor escenario posible, cuál es el mayor miedo, o el mayor error que puedes cometer tomando una decisión.
Cuando lo tengas identificado imagina cómo lo solucionarías. Verás que no era tan complicado y que todo tiene solución menos la muerte, como dicen algunos.
Ahora serás un poco mas libre a la hora de tomar la decisión.
¿Cómo tomar buenas decisiones?
Definamos qué significa tomar una buena decisión. ¿Alcanzar el objetivo deseado?, ¿Sentirte cómodo con las acciones que deberás llevar a cabo según tu decisión?, ¿Minimizar al máximo el riesgo?
He aquí una de las grandes cuestiones: las buenas decisiones también son subjetivas. Por esta razón es complicado que otras personas evalúen por nosotros dichos resultados, a pesar de que nos empeñamos constantemente en pedir opinión y consejo a nuestro alrededor.
¿Sabes una cosa importante? Nadie tiene la respuesta que buscas. La única respuesta válida te la dará el tiempo.
Sólo te pediré algo, una única cosa. No seas demasiado duro/a contigo mismo cuando crees haberte equivocado en una decisión una vez haya pasado el tiempo. Es injusto evaluar una situación pasada a día de hoy, ya que cuentas con más o mejor información.
Tomaste la mejor decisión posible según la información que tenías en aquel momento.
Recuerda esto siempre.
Y anoto una recomendación adicional. Las personas que opinan sobre tus decisiones o te dan consejos, no sufren o disfrutan las consecuencias de los actos que te demandan hacer. Seamos cautos a la hora de ofrecer soluciones a los demás o recibirlas. Todos opinamos desde nuestras capacidades y limitaciones. Al tener cada uno las suyas y ser distintas, rara vez acertaremos, aunque tengamos la mejor de las intenciones.
Permíteme compartir contigo algunas de las soluciones que comparto con mis clientes en la toma de decisiones.
1. Analízate a ti mismo y descubre cuáles son tus valores más profundos.
2. Determina cuáles son las áreas más importantes para ti en la vida y cómo están estas puntuadas del 0 al 10 respecto el grado de satisfacción actual.
3. Analiza cómo afectará esa decisión que debes tomar a las distintas áreas de tu vida para visualizar la repercusión de la misma.
Por último y atendiendo al objetivo que persigas, puedes apoyarte en el conocido modelo GROW de decisiones (Objetivo, Recursos, Opciones y Plan de Acción) para establecer los siguientes pasos a seguir. Recuerda que el objetivo debe ser siempre SMART, para estar seguro que lo tienes bien definido.
Suele ayudar preguntarse lo siguiente: ¿Cómo sabré que el objetivo está logrado?
Extiéndete mucho en esta respuesta y así el objetivo será lo más claro posible y podrás también adecuar de mejor forma las acciones concretas para lograrlo.
Para finalizar, si tienes dudas entre varias opciones, algo que suele ocurrir a menudo, podría ayudarte lo siguiente.
– Busca el equilibrio entre lo que quieres y lo que necesitas (si dudas muchísimo en este punto, ¡haz lo que te haga más feliz!).
– Pregúntate qué te retiene y qué tira de ti (en lugar de pros y contras).
– Aplica la regla del 10 (cómo me sentiré con esta decisión en 10 min, en 10 meses y en 10 años).
Por último, siempre podrás lanzar una moneda al aire y esperar ese momento mágico en el que sabes de qué lado quieres que caiga la moneda. Ese instante en el que el miedo no existe y todo es posible, ese vértigo que tiene la vida que la hace única e irrepetible. ¡Como tú y tus decisiones!
Ahora dime, ¿nadas o chapoteas?